Continuamos hasta la tranquila y cuidada población de Calacalí,
donde hicimos otra breve parada, luego de lo cual retomamos la vía
principal. El paisaje montañoso, con sus coloridos sembríos,
poco a poco empezó a cambiar por un tupido y elevado bosque; avisos
de comedores y paraderos turísticos se dejaban ver de cuando en
cuando. Aquel que daba cuenta del "oso de anteojos" llamó
mi atención: Era raro verlos cruzando el carretero, mucho menos
en el bosque donde vive; no en vano reservas como Bellavista contribuyen
directamente a preservar y mantener su hábitat.
"Aquí empieza el "camino malo", son 12Km hasta llegar
a la Reserva..."; se trataba de un camino de segundo orden, irregular,
algo "difícil" en unos pocos tramos (sobretodo para quienes
gustan por ir en bicicleta, por lo pedregoso y empinado), que nos llevaría
a nuestro destino. El bosque se alzaba ante nosotros, imponente, verde,
con unos pocos nubarrones. Pasamos por unas cabañas donde, recientemente,
instalaron un impresionante teleférico que permite ver desde
las piscinas de trucha y riachuelos de pesca deportiva,
hasta llegar a una cima; una vista y recorrido espectaculares, supongo...
Seguimos
nuestro camino, hasta que, finalmente, llegamos a la entrada de
la Reserva de Bellavista (2200 m.s.n.m). Nuestro guía
ya nos esperaba, binoculares en mano. El impresionante domo
central, y los incesantes zumbidos de curiosos y coloridos colibríes
nos daban la bienvenida. La pulcritud y el orden son el factor predominante
en toda la estancia, donde se destaca el acertado uso de materiales
y diseños ecológicos para el cuidado del entorno.
Después de darnos todas las indicaciones necesarias y de
calzarnos sendas botas plásticas, y "armados" de
mucho entusiasmo, salimos a hacer una caminata guiada por uno de
los senderos con que cuenta la Reserva; todos éstos se hayan
perfectamente señalizados y acondicionados para respetar
el medio ambiente circundante y proveer al turista un paseo reconfortante
y único en medio de los bosques nublados primario
y secundario; sorprende, gratamente, que en escasos 10 años
(desde que se convirtió ésa zona en Reserva) ése
bosque se haya regenerado, permitiendo que variedad de especies
de plantas, aves y mamíferos re-habiten el área.
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Al
empezar la caminata, vimos cómo en ésta Reserva se preocupan
por clasificar los desperdicios orgánicos de los inorgánicos,
donde a los primeros se los emplea para enriquecer los suelos, y los segundos,
convenientemente dispuestos, son remitidos a la Capital; más adelante,
un pequeño taller, donde trabajadores de la Reserva elaboran todo
lo necesario para el Lodge. El sendero nos condujo por intrincadas
subidas y bajadas en medio del bosque, donde altísimos árboles
"luchaban" entre sí por alcanzas la luz del sol; incontables
veces nos detuvimos, atentos al susurro del viento, del más mínimo
movimiento de las hojas, para tratar de captar alguna de las muchas aves
que cantaban por doquier; habremos visto, por lo menos, una veintena,
entre picaflores, gorriones y tucanes, a más
de las plantas y una docena de variedades de orquídeas e insectos;
incluso encontramos, oculto entre las ramas, un diminuto nido de ave...
Las hojas color naranja de "Sangre de Dragón"
estaban por doquier, y las ramas de la espesura nos obligaban, mientras
avanzábamos, a rendirle merecida reverencia de gratitud y admiración
a ésta maravilla natural. La neblina se hacía, a ratos,
un poco más densa, casi podíamos tocarla, mientras ésta
entrecortaba el paisaje, rematado por el insistente canto de las aves.
Una ligera falta de aliento en nuestra subida evidenció que estábamos
"un poco más arriba" de la altura media a la que se encuentra
el Lodge. Cada sendero tiene su nivel de dificultad y de aventura,
pudiendo combinarse la caminata con un paseo a caballo (hay unos
5 en la Reserva a disposición de los turistas), mas en todos predomina
el contacto con la naturaleza y sus portentos.
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Satisfechos
del recorrido, emprendimos el regreso al domo, mismo que
fue "cortado" por un inquieto colibrí que
nos hizo frente y nos rodeó mientras nos miraba, atraído,
quizás, por el colorido de nuestras prendas, para después
perderse vertiginosamente, dejándonos absortos.
En el camino al domo hay varios recipientes que contienen agua azucarada
cuyo aroma atrae a los colibríes, y éstos están
constantemente rodeándolos y disputándose un sorbo,
entre zumbidos y aleteos incesantes; es posible verlos desde tan
cerca, que no hay palabras para describir la gracia de sus movimientos,
de la viveza de sus colores y de sus variedades, casi hasta puede
contarse a qué velocidad ingieren el néctar; los hay
desde los más diminutos, hasta de tamaño considerable,
con largas colas bifurcadas que a ratos recuerdan un Ave Fénix
en miniatura.
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Después
de dejar las botas en la bodega respectiva, llamaron a almorzar, y empezaron
a retornar otros grupos de viajeros que también habían salido
a caminar temprano, todos muy contentos del recorrido y comentando animadamente
lo que vieron. La comida, buenísima, saludable (no se consumen
carnes rojas, sino blancas, truchas, ensaladas vegetales y frutas),
con ése toque especial que siempre invita a una relajante siesta,
mientras la neblina iba y venía, anunciando la lluvia, que no se
hizo esperar. En la sobremesa se acercó Walter, propietario y administrador
de la Reserva, quien tuvo la cortesía de reiterarnos la bienvenida,
y escuchó, satisfecho, nuestro entusiasmado relato sobre lo que
acabábamos de ver. Es digno de encomio la labor no sólo
turística sino de preservación que se lleva a cabo en Bellavista.
Todas las facilidades necesarias están dadas, siendo el único
requisito necesario el amor y compromiso para con la naturaleza,
además de un conveniente reporte de alergias y problemas de salud
(por el cambio de altitud que se pueda experimentar, o el grado de dificultad
del sendero elegido), indispensable para proveer el cuidado necesario
para el correcto desenvolvimiento del tour.
Posteriormente,
nuestro guía nos llevó a conocer las instalaciones, empezando
por las cómodas habitaciones del domo: Las hay con baño
privado y compartido, limpísimas todas, siendo su particularidad
su curiosa configuración que permite una extensa vista a los alrededores.
El mantenimiento tanto de techos como de pisos se hace con regularidad
debido, sobretodo, al clima predominantemente lluvioso, lo que asegura
el adecuado estado de la infraestructura.
Con capacidad para alojar a más de 60 personas, Bellavista
cuenta con un Centro de Interpretación e Investigación,
donde grupos de alumnos extranjeros de Biología, Ecología,
Ornitología y Quiropterología vienen regularmente
a realizar labores investigativas y de control. También hay grupos
de voluntarios que contribuyen con la construcción de más
infraestructura para la Reserva...
La lluvia se había hecho más intensa en ése momento,
pero ello no amainó el entusiasmo de otro grupo de turistas que,
ése rato, salió a recorrer otro sendero, acompañados
por otro guía.
Era hora de emprender el retorno a Quito; durante el camino rememoraba
en la paz que experimenté, y en lo encantado que quedé de
todo el entorno, de las atenciones recibidas, y de la cordialidad de quienes
hicieron de aquella breve visita algo inolvidable, que espero, pronto,
tener oportunidad de compartir no sólo mediante éste relato,
sino también con todos aquellos que así lo deseen.
Tour de 2 días/
1 noche a Bellavista
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